domingo, 13 de abril de 2014


LLENO "ABSOLUTO" EN LA MISA DEL DOMINGO DE RAMOS
Domingo, 13 de Abril de 2014

En la mañana del Domingo, 13 de Abril, nuestra parroquia de San Antonio, ofreció lleno absoluto en la celebración eucarística del Domingo de Ramos.

Eran aproximadamente las 12,30 horas, cuando nuestros párrocos, P. Oscar y P. Pedro, realizaban la bendición de las Palmas y Olivos en el Patio parroquial. 

Posteriomente se inició una procesión hacia la nave central del templo, donde se celebró la solemne Misa. Para ello, la comitiva salió del templo por la puerta de la calle Cervantes, y se dirigió a la puerta central de la plaza de San Antonio. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo, con gran alegría, entonaron cantos similares a los realizados por los hebreos:

“¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Viva el Altísimo!” Que él traiga la salvación a nuestra vida.

Esta bendición y la procesión de los ramos nos introduce en el ambiente de la Semana Santa. 

Posteriormente, una vez que la comitiva llegó al templo, dio comienzo la santa misa, donde como es habitual en el Domingo de Ramos, se realizó la lectura de la historia de la pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo.

En dicho evangelio, podemos ver como la multitud lo aclama como rey. Pero, ¿qué tipo de rey es Jesús? No está rodeado por un ejército, símbolo de fuerza. Quien lo acoge es gente humilde, sencilla, que tiene el sentido de ver en Jesús algo más; tiene ese sentido de la fe, que dice: Éste es el Salvador. Jesús no entra en la Ciudad Santa para recibir los honores reservados a los reyes de la tierra, a quien tiene poder, a quien domina; entra para ser azotado, insultado y ultrajado, para recibir una corona de espinas, para ser objeto de burla; para subir al Calvario cargando un madero. 

 Jesús entra en Jerusalén para morir en la cruz. Y es precisamente aquí donde resplandece su ser rey según Dios: Jesús en la cruz siente todo el peso del mal, y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su resurrección. La cruz de Cristo, abrazada con amor, nunca conduce a la tristeza, sino a la alegría, a la alegría de ser salvados y de hacer un poquito eso que ha hecho él aquel día de su muerte.