PROGRAMACIÓN ADVIENTO 2014


1 de Diciembre a las 20,00 h.
Charla-coloquio, VIVIR EL ADVIENTO a cargo del Rvdo. D. Benjamin Toro.

Del 5 a 7 de Diciembre 
TRIDUO EN HONOR DE LA VIRGEN INMACULADA
A las 19,00h. Santo Rosario
A las 20,00h. Eucaristía.

Durante los tres días permanecerá expuesta en besamanos la imagen de la Virgen de las Lágrimas.

19 de Diciembre a las 18,00 h.
FIESTA DE LA CATEQUESIS INFANTIL Y VISITA DEL CARTERO REAL.

20 de Diciembre a las 20,00 h.
FIESTA PARROQUIAL:"TEATRO DE NAVIDAD Y ZAMBOMBÁ".

22 de Diciembre, de 18,30 a 20,30 h.
CONFESIONES

22  a 28 de Diciembre
MERCADILLO ARTESANAL DEL GRUPO PARROQUIAL DE MANOS UNIDAS
En los horarios de apertura del templo parroquial.



¿QUE ES EL ADVIENTO?

     
 1. El Adviento nos dispone a acoger la venida de Jesús.

         El tiempo Adviento nos prepara para celebrar la Navidad, que es el recuerdo anual de la primera venida del Señor, cuando el Hijo de Dios vino a la tierra asumiendo la humildad de nuestra condición humana.
         Pero el Adviento también nos recuerda que Cristo Resucitado no se ha alejado de nosotros. Él se nos acerca cada día: en la Palabra que se proclama, en la comunidad que se reúne en su nombre, en el hermano que nos necesita, y, de modo especial, en la celebración de los sacramentos, sobre todo, en la celebración de la Eucaristía, en la que Él se hace presente en medio de nosotros, de un modo único y especialísimo. En efecto, en cada Eucaristía, el mismo Jesús, que se manifestará en gloria al final de los tiempos, viene a nuestra alma, bajo la humilde apariencia de pan, para convertirse en alimento de vida eterna para todos.


2. Superar el sueño.

         El tiempo de Adviento nos recuerda que el Señor está siempre a nuestra puerta. Por eso, nos exhorta: “Estad siempre despiertos”. Nos pide que estemos despiertos, porque cabe la posibilidad de que su llegada nos encuentre dormidos.
Adormecemos significa conformarnos poco a poco con la escala de valores del mundo, para acabar dando por bueno lo que todos hacen, sin cuestionarnos su validez humanizadora.

Adormecernos es, también, pensar que el mundo no tiene arreglo, y que no vale la pena intentar cambiarlo. De este modo, terminamos aceptando, por poner algunos ejemplos, que medio mundo se esté muriendo de hambre, que haya cinco millones de compatriotas en paro, que la mitad de la juventud de nuestra ciudad carezca de un puesto de trabajo, que se reconozca como un derecho de las madres el matar a sus hijos no nacidos, o que se desahucie de sus hogares a personas que, sin culpa suya, no pueden pagar sus hipotecas.

Adormecernos es, en definitiva, dejar que el deseo de Dios y la relación con Él se vayan apagando, para conformarnos con una vida materialista, superficial, comodona y mediocre.


3. ¿Qué podemos hacer?
         Frente a estas tentaciones tan reales, Jesús nos invita: “Estad siempre despiertos”. La Palabra de Dios nos ofrece, en el primer domingo de Adviento, dos consejos para permanecer despiertos.

En el Evangelio, Jesús nos pide que nuestra mente no se embote con los vicios y el afán de dinero. Es decir, que no nos dejemos enredar y esclavizar por la mentalidad materialista que este mundo intenta imponernos.

San Pablo, por su parte, nos anima a rebosar de amor fraterno en nuestra actividad de cada día. Porque, aunque la mayoría de nosotros no hará cosas que merezcan aparecer en los medios de comunicación, nada ayudará tanto a la construcción de una sociedad nueva como poner amor en el cumplimiento de nuestros deberes cotidianos, y tratar con caridad a cuantos se acercan a nosotros.

Con los diversos actos programados para el Adviento, nuestra Parroquia nos ofrece medios sencillos, pero eficaces, para mantenernos despiertos, con las puertas del corazón abiertas de par en par a Cristo. ¡Anímate a participar en alguno de ellos!

Al comenzar un nuevo Adviento, dentro de este Año de la Fe, nos unimos a toda la Iglesia Universal, para elevar al cielo nuestra oración “¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!” Que, a lo largo de este Año, permanezcamos despiertos y bien dispuestos para acoger en nuestras vidas al Señor. Y al recibirle cada domingo, o cada día, en el Sacramento del altar, pidámosle que su presencia nos llene más y más.